BAILARINES CALLEJEROS
En el caribe colombiano, por llevar en nuestra sangre el tumbao africano heredado de nuestros ancestros acentados en Palenque en la época de la Colonia, no podemos escuchar el acompasado tintineo de una botella causado por el tenue golpecillo de una cuchara, porque de inmediato estamos meneando los hombros.
Esa peculiaridad ha sido la catapulta para que nuestra región se haya convertido en cantera de diestros bailarines y músicos, que a lo largo de la historia han dejado en alto el folclore de Colombia y dentro de esa camada de rutilanes figuras en el ámbito musical y de la danza, Manga, como popularmente llamamos a nuestro sufrido y maltratado pueblo que a la distancia añoramos por la ocurrencia, espontaneidad y calidez de su gente, no se quedó atrás. Y de sus ardientes calles han salido rutilanes figuras de la talla de Fortunato Beleño, Chuchú, Chico Cervantes, Armando y Hernán Hernández, Rodolfo Aycardi, Martín Madera, Walter Martínez, Kike Pérez, Ralphy Champions, Víctor Manuel, Never Ramos, Jesús Rodelo y otros más cuyos nombres se me escapan por causa del Alzheimer, pero con igual importancia que los mencionados.
Pero si nos adentramos a hablar de quienes han saltado a la palestra en el escalafón de bailarines callejeros, indiscutiblemente hay que hacer referencia de Olegario Salazar Requena, el propio Legario, y de Gary Butrón Hodwalker.
Legario, parido y forjado en el barrio Versalles, Llaverso para los conocedores, comenzó a mostrar su destreza como bailarín en los rudimentarios pisos acicalados con ACPM y Citronela de tradicionales bares como Maquina Borracha y El Punto Cubano, sin dejar de mencionar El Golazo y El American Bar. Ahí, ataviado de camisa de rumbero, con destellantes lentejuelas que coqueteaban con el neón del recinto, pantalones sancones y abuelitas chinas para mayor versatilidad de sus pases, se dió a conocer en el medio como bailarín de música antillana.
Por su parte, el mono Gary, de ascendencia bábara y de los predios de la Calle Pekín, siempre con su Africanlook rubio y gafas para corregir su prematura miopía, tuvo como escenario los paraninfos de colegios como La Purificación y el Instituto Técnico Cultural Dioscesano, dónde emulando a Jhon Travolta adquirió fama y prestigio.
El show para alquilar balcón, era cuando éste par de figuras por circunstancias ocasionales, confluian en los bares antes mencionados.
El duelo no se hacía esperar y en medio de una estrepitosa ronda armada por los asistentes, desplegaban toda su repertorio.
Legario al compás de "El Platanal de Bartolo" y el Gary de calzón corto, camiseta, botas pantaneras y gorrita carnavalera amortiguada por sus risos dorados, cortoncionandose al ritmo de "Staying A Live"
Mientras que la salud y su cuerpo se los permita, habrá cuerda para rato para seguir divirtiendonos con el espectáculo brindado, por este par de bailarines callejeros.