La cuña salina, contra el agua potable
Tomado de El Universal, Editorial, Cartagena, 27 de febrero de 2007
El bajo nivel del Canal del Dique y la intensidad del verano causaron alguna preocupación con respecto al suministro de agua potable para Cartagena y municipios aledaños. Una compañía de acueducto rural expresó alarma por la colmatación de sus bocatomas en el Canal. ¿Cuál es el problema? Los veranos de la Costa Caribe son largos y secos. Desde que cesan las aguas a fines de noviembre no vuelve a llover hasta abril, cuando se inaugura la temporada de primavera, llamada así por los campesinos. Antes de que el clima comenzara a cambiar radicalmente, los campesinos contaban con las aguas en fechas casi fijas y desarrollaban sus labores de campo en torno a estas. El invierno, o época de lluvia, se dividía en dos: la “primera”, que iba de abril a junio; y la “segunda”, de lluvias fuertes, de julio a noviembre. El veranillo de San Juan, un corto periodo seco, ocurría entre junio y julio. Los campesinos tumbaban el monte para su actividad de pancoger en enero, febrero y marzo, y quemaban lo desmontado el 20 de marzo, con precisión de relojero. La tierra quedaba “limpia” y se sembraba maíz y otros cultivos con las primeras aguas de abril. Lo normal era hacer dos cosechas de maíz al año, cosa que ya no es segura. Lo más común ahora es sembrarlo sólo “de segunda”. Dos fenómenos alteran el anterior comportamiento preciso de las lluvias y del clima: el Niño o la Niña, que son cíclicos y que dependen de la temperatura del mar y de algunas corrientes en el Océano Pacífico para producir sequías o inundaciones; y el calentamiento global, una de cuyas consecuencias es el deshielo polar y el incremento en el nivel del mar. No está aún claro cómo será el régimen de lluvias para la Costa Caribe colombiana a mediano plazo teniendo en cuenta el calentamiento global, pero sí es seguro que el mayor nivel del mar hará que la cuña salina, que es el agua de mar que sube por el lecho de los ríos desde su desembocadura, penetrará tierra adentro cada vez mayores distancias. Si a esto le sumamos el poco caudal de los ríos en el verano, más específicamente el del Canal del Dique para el caso nuestro, deberíamos preocuparnos por saber en cuántos años llegará la cuña salina a nuestras estaciones de bombeo, poniendo en peligro el suministro de agua para potabilizar, ahí sí de manera permanente. ¿Habrá algún estimativo al respecto? El calentamiento global representa enormes retos para todo el mundo, especialmente para las ciudades costeras y tierras agrícolas aledañas a los ríos de la Costa Caribe. La cuña salina podría afectar a muchas de estas por capilaridad, cuando no por inundación directa. Insistimos en que Cartagena tiene muchos motivos para prepararse para las consecuencias del mayor nivel del mar, todas muy serias, como las inundaciones de nuestros barrios, la salinización de tierras agrícolas costeras y la amenaza al suministro de agua dulce. Reconfortaría saber que alguna autoridad está tomando muy en serio los nuevos fenómenos climáticos para aminorar sus consecuencias.