Cartagena de Indias: desigualdad estructural, desafíos sociales y rutas para una transformación inclusiva
20 Nov 2025

Por Álvaro Viloria Romero *
Una ciudad en tensión entre la prosperidad y la exclusión
Cartagena de Indias es una ciudad construida sobre contrastes. Como destino turístico insignia del Caribe colombiano, concentra una oferta cultural, histórica y portuaria que la posiciona como centro estratégico para el comercio exterior, la hotelería y la industria petroquímica. Su Centro Histórico -declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco – convive con zonas de alto desarrollo como Bocagrande y Castillogrande, donde se concentra parte importante de la inversión extranjera, la actividad turística y las dinámicas económicas de mayor productividad.
Sin embargo, más allá del brillo turístico y de los hoteles frente al mar, emerge otra Cartagena: aquella que se extiende hacia el nororiente, el suroccidente, la zona insular y los barrios populares alrededor de la Ciénaga de la Virgen. En esta Cartagena persisten déficits históricos en educación, salud, movilidad, seguridad y acceso a empleo digno. La dualidad entre una ciudad global y una ciudad precarizada no es un fenómeno reciente: proviene de estructuras coloniales, dinámicas económicas excluyentes y políticas públicas fragmentadas que han perpetuado la segregación territorial y la desigualdad social.
Cartagena, pese a su dinamismo económico, enfrenta un conjunto de desafíos estructurales que impiden que la bonanza turística, portuaria e industrial se traduzca en bienestar equitativo para toda su población. Comprender estas tensiones es crucial para delinear rutas de transformación urbana que superen la visión fragmentada del desarrollo y permitan avanzar hacia una ciudad más justa, resiliente y sostenible.
Pobreza y desigualdad: la geografía de una ciudad fracturada
La pobreza en Cartagena es profundamente desigual, territorialmente segregada y estructuralmente persistente. Aunque la ciudad genera un importante valor agregado -especialmente en el sector turístico, portuario y petroquímico – este crecimiento no se distribuye de manera equitativa. Según datos recientes del DANE, la pobreza monetaria se sitúa alrededor del 27% en promedio, pero esta cifra oculta profundas disparidades internas: mientras en zonas turísticas o de alto ingreso la pobreza es prácticamente inexistente, en barrios como Olaya Herrera, El Pozón, Nelson Mandela o la zona insular puede superar el 60% o incluso el 70%.
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El coeficiente de Gini cercano a 0.48 refuerza la magnitud del problema: Cartagena es una de las ciudades más desiguales de Colombia. Esta desigualdad no es solamente económica, sino también espacial, étnica y ambiental. Comunidades afrocolombianas e indígenas, asentadas históricamente en sectores marginados, enfrentan carencias simultáneas en educación, salud, empleo y vivienda. El Índice de Pobreza Multidimensional -IPM – revela brechas críticas en acceso a agua potable, saneamiento, dependencia económica, hacinamiento y rezago educativo.
La estratificación urbana -una herencia colonial acentuada por la planificación excluyente del Siglo XX – ha construido una ciudad donde la proximidad física convive con la distancia social: a pocos kilómetros de hoteles de lujo existen viviendas de madera sobre zonas inundables, con deficientes servicios básicos y alta exposición a riesgos ambientales. Esta segregación territorial limita la movilidad social, restringe el acceso a oportunidades económicas y reproduce un círculo de pobreza intergeneracional difícil de romper.
Problemas sociales: educación, salud y empleo como eslabones débiles del desarrollo
Los desafíos sociales de Cartagena constituyen el corazón de su desigualdad estructural. Tres sectores: educación, salud y empleo, funcionan como barreras sistémicas que perpetúan la exclusión:
1. Educación: brechas profundas que limitan la movilidad social
El sistema educativo público enfrenta rezagos en infraestructura, calidad y cobertura de formación técnica y superior. El hacinamiento escolar, el déficit de docentes especializados, la limitada articulación con el sector productivo y las inequidades territoriales se traducen en bajas tasas de transición hacia la educación media y superior. En los barrios populares, la deserción escolar juvenil se asocia con la necesidad de incorporarse al mercado laboral informal, la violencia y la falta de redes de apoyo.
2. Salud: un sistema fragmentado y desigual
Aunque Cartagena cuenta con una cobertura médica formal considerable, el acceso real a servicios de salud es profundamente desigual. Los hospitales públicos, como el Hospital Universitario del Caribe, se encuentran frecuentemente saturados, con limitaciones en personal, infraestructura y disponibilidad de especialistas. En las periferias urbanas predominan fallas en la atención primaria y ausencia de servicios continuos, lo que se refleja en mayores índices de mortalidad materna e infantil, enfermedades prevenibles y problemas de salud crónica sin tratamiento oportuno.
3. Empleo: informalidad y precariedad estructural
Más del 60% del empleo en Cartagena es informal. La economía turística, aunque dinámica, genera trabajos estacionales, mal remunerados y sin protección social. La desconexión entre los sectores de alta productividad (puerto, petroquímica, logística) y la población local -que con frecuencia carece de formación técnica adecuada – crea un mercado laboral desigual que excluye a jóvenes, mujeres y habitantes de sectores empobrecidos. Esta precariedad amplifica los riesgos sociales: violencia juvenil, economías ilícitas, inestabilidad familiar y pobreza crónica.
Problemas económicos: dependencia, vulnerabilidad y debilidad institucional
La estructura económica de Cartagena, aunque potente en algunos sectores, es vulnerable por su falta de diversificación y por las limitaciones institucionales que obstaculizan un desarrollo equitativo.
1. Dependencia del turismo y sensibilidad a choques externos
El turismo, motor fundamental de la economía local, es altamente vulnerable a factores externos: pandemias, crisis económicas globales, fenómenos ambientales y problemas de seguridad. Esta dependencia convierte a la ciudad en un territorio frágil frente a interrupciones de la demanda. Además, la ‘turistificación’ desplaza comunidades, presiona el mercado inmobiliario y prioriza inversiones enfocadas en visitantes antes que en necesidades ciudadanas.
2. Falta de diversificación productiva
A pesar del puerto más importante del país y de un robusto sector petroquímico, Cartagena no ha logrado integrar estos sectores a una economía más amplia y diversificada. El déficit en formación técnica, la escasa inversión en innovación, la desconexión entre universidades y empresas, y la débil política industrial han impedido la consolidación de sectores como la economía digital, la manufactura avanzada, la agroindustria orientada a exportaciones o la economía azul.
3. Corrupción y debilidad institucional
La corrupción es uno de los principales frenos al desarrollo inclusivo. La mala gestión de recursos públicos, la captura clientelista de instituciones, la discontinuidad administrativa y la falta de transparencia han deteriorado la confianza ciudadana y debilitado la capacidad estatal para ejecutar proyectos estratégicos. Los recursos destinados a educación, salud y agua potable terminan diluidos en prácticas irregulares que profundizan las inequidades y perpetúan la ineficiencia pública.
Hacia una Cartagena inclusiva, diversa y socialmente sostenible
Las soluciones para Cartagena deben trascender los proyectos fragmentados y abordar las raíces estructurales de su desigualdad. Una agenda de transformación integral requiere:
- Invertir en educación de calidad, con énfasis en formación técnica, vocacional y superior para conectar a la población con sectores productivos emergentes.
- Reducir la informalidad laboral, creando incentivos para la formalización, programas de empleo juvenil y articulación efectiva entre empresas, instituciones educativas y comunidad.
- Fortalecer el sistema de salud, ampliando infraestructura, garantizando atención primaria y reduciendo las brechas territoriales en servicios médicos.
- Diversificar la economía, impulsando la economía azul, la logística avanzada, las industrias creativas, la economía digital y la innovación local.
- Combatir la corrupción y fortalecer la institucionalidad, con sistemas de transparencia, veeduría ciudadana y profesionalización del servicio público.
- Reducir la segregación urbana, mediante políticas de vivienda asequible, infraestructura social, movilidad integrada y mejoramiento barrial participativo.
La Cartagena del futuro no puede seguir dividida entre la imagen turística global y la precariedad cotidiana de la mayoría de sus habitantes. Una verdadera transformación exige un modelo de desarrollo que reconozca la complejidad de la ciudad, redistribuya oportunidades y coloque en el centro la dignidad y el bienestar de su población. La nueva heroicidad de Cartagena residirá, no en su pasado colonial, sino en su capacidad presente para construir un territorio más equitativo, inclusivo y sostenible.
* Gerente de Proyectos de Enterritorio SA y exgerente de Aguas de Bolívar SA-ESP; Ingeniero civil, especialista en Análisis y Gestión Ambiental, Gerencia Pública, Consultoría Ambiental y Gerencia de Proyectos de Construcción.
Las opiniones expresadas por el autor de esta columna no reflejan necesariamente las de la institución donde trabaja.
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