LA FIEBRE DEL BASQUETBOL
Cronista, México DF
La ciudad de Magangué, “Manga” como se le conoce en el argot popular de sus coterráneos, siempre ha sido cantera de destacados futbolistas de talla nacional e internacional y la pasión por este deporte se lleva impresa en la sangre desde pequeño, cuando armados con balón de coraza y luciendo camisetas en tela de otomana, de la que vendía Mustafá en su emblemático Almacén Damasco. Solíamos frecuentar, bajo la orientación de Escuriño, Pinillos, El Plity, Héctor Comas, el profesor Quiroz y los hermanos Muñoz, entre otros. El Tendal, El Parrish, el bajo de La Candelaria y el destartalado estadio Diego de Carvajal.
Pese a esa tradición en materia deportiva, no faltó quien se inclinara por la práctica de otra disciplina, entre ellas el basquetbol, y se volvió común observar en los escasos escenarios con los que contaba nuestro terruño, a entusiastas jóvenes tratando de emular a Kereem Abdul –Jabbar o Guillermo Moreno Rumié, el referente nacional de viejas generaciones.
El parque de Las Américas, siempre fue el epicentro a donde confluían los apasionados al deporte inventado por James Naismith y en la cancha que estaba situada donde hoy perpetua el abandonado edificio de Telecom, se forjaron inolvidables gestas que perduran en la mente de quienes tuvimos la oportunidad de disfrutarlas
Para finales de los setenta, con el auspicio de la Alcaldía Municipal y otras entidades privadas, entre las que se destacaba una recién creada fábrica de gaseosas llamada Sandy- que ni regalada se consumía-, se llevó a cabo un enardecido campeonato de basquetbol en ambas ramas. Los partidos eran de lunes a viernes en horario nocturno, y desde las siete de la noche bajo los acordes de “Le Freak” del grupo Chic o “Amor Salvaje” de The Ring, que mágicamente brotaban del viejo Pick-Up del desparecido American Bar, ubicado enfrente de la cancha. Comenzaba a darse cita una inmensa romería de personas provenientes de todos los sectores de la localidad, los cuales se atestaban alrededor del rectángulo y en ocasiones impedían el libre accionar de los protagonistas. Motivo por el que fue necesario acudir a la colaboración de la fuerza pública, quienes acordonaban la zona con los cáñamos que usaban para anclar a “La Nancy Elvira”
El atractivo de este certamen, además de ser el gancho perfecto para el encuentro furtivo con la novia de turno y hartar frías en los cuchitriles asentados frente al parque, donde resaltaban por su tufo amoniacal el de Cosme, Calixto y la cachaca Aura. Lo constituían, no tanto las habilidades técnicas de los participantes, sino la novedad de observar a mujeres con llamativos uniformes, tratando de alojar una pelota dentro de un aro.
Si no me equivoco, creo que era la primera vez que se organizaba un evento basquetero en el género femenino y si no estoy mal, en el ámbito masculino en lo referente a clubes formalmente organizados.
Ahí y haciendo parte de sus respectivos quintetos, escribieron paginas doradas jugadores de la talla de: Kurtis Butrón Hodwalker, El Negro Cárdenas, Juan Blanco, “Chic” Palencia, Juancho Díaz, Doménico y Paolo Corcionne Russo, Mereb y Salim Arana Gechem, Roberto Guerrero, Juancho Puccini, Tom y Juancho Álvarez, Giovanny Quintero, Teddy Piñeres, Lipson Cárcamo, Mario Huertas Cure, Giovanny De La Peña, entre otros.
Mientras que a nivel femenino, despuntaron por sus atributos físicos y deportivos: Norma Quiroz Morales, Miladis Basanta, Vivian Cordero, Muna y Leila Isaac Cure, Edith Montes Sinning, Gioconda Salgado, Diana Turizo, Deisy Niño, Elvira Niño, Fabiola y Lucia Salas Badrán, Anita vasquez,
Yadira Ruz Montes, mi prima Milady Peñarredonda Álvarez, Zaida Piñerez, Ligia la hija de la popular Corina y “la Mona Sandy”. Estas dos últimas, en quienes se centraban las miradas del respetable, por sus fornidos cuerpos y la técnica depurada expuesta en cada juego. La primera, por su buen chut al lanzar, y la rubia foránea, por el manejo y distribución del balón. Ingredientes que enaltecieron e hicieron revivir en este bello puerto, la fiebre del basquetbol
Yadira Ruz Montes, mi prima Milady Peñarredonda Álvarez, Zaida Piñerez, Ligia la hija de la popular Corina y “la Mona Sandy”. Estas dos últimas, en quienes se centraban las miradas del respetable, por sus fornidos cuerpos y la técnica depurada expuesta en cada juego. La primera, por su buen chut al lanzar, y la rubia foránea, por el manejo y distribución del balón. Ingredientes que enaltecieron e hicieron revivir en este bello puerto, la fiebre del basquetbol
Wilberto Peñarredonda