La amistad como recurso vital: implicaciones emocionales, sociales y de salud

 27 Jul 2025 

Por Álvaro Viloria Romero *

La amistad ha sido históricamente valorada por su impacto en la vida emocional de las personas. Sin embargo, investigaciones recientes y reflexiones filosóficas han ampliado este concepto, evidenciando que los vínculos afectivos tienen una incidencia significativa en la salud física, la longevidad y el bienestar psicológico.

Cultivar relaciones humanas sólidas no es un lujo emocional, sino una necesidad vital y social. La amistad ha sido uno de los pilares de la experiencia humana. Desde la filosofía clásica hasta la psicología contemporánea, múltiples disciplinas han tratado de definir su esencia y relevancia.

Más allá de una emoción o una elección personal, los estudios actuales revelan que las relaciones de amistad pueden desempeñar un papel crucial en la salud integral del individuo. La amistad es un recurso vital.

La amistad como raíz emocional: un enfoque literario
Jorge Luis Borges, en su hermoso texto ‘El árbol de los amigos’, utiliza una potente metáfora arbórea para describir las diferentes formas en que las amistades florecen y evolucionan en la vida de las personas. Cada amigo representa una hoja del árbol personal del individuo: algunos están desde los primeros años de vida, como los padres y hermanos; otros llegan con el tiempo, como compañeros, colegas o conocidos que se convierten en apoyo emocional. Borges afirma que “dos almas no se encuentran por casualidad”, sugiriendo que el vínculo amistoso es un fenómeno profundo, más allá de la coincidencia temporal o geográfica.

El valor social de la amistad: filosofía y vida cotidiana
Según Alfonso Aza Jácome, autor del artículo ‘Vales lo que valen tus amigos’, la amistad puede entenderse también como un reflejo del valor individual. El autor rescata un refrán que resume su tesis: “Tanto vales, cuanto valen tus amigos”. La amistad, afirma, se construye desde la infancia pero requiere mantenimiento activo a lo largo de la vida adulta. Vivir sin amigos no solo empobrece la experiencia vital, sino que limita el desarrollo emocional y la capacidad de enfrentar crisis. El amigo, en palabras del autor, es “otro yo”, un espejo humano en quien se puede confiar sin máscaras, con quien se puede compartir tanto el silencio como la palabra.

Amistad y salud: hallazgos desde la neurociencia y la psicología
Desde una perspectiva médica y neurocientífica, Cecilia Rodríguez, en su artículo ‘La droga que todos necesitamos’, publicado en el diario El Tiempo, señala que la amistad activa los mismos circuitos cerebrales que las drogas analgésicas. Las endorfinas liberadas durante los encuentros sociales fortalecen el sistema inmunológico, reducen el cortisol (hormona del estrés) y aumentan la sensación de bienestar.

Diversas investigaciones, como las publicadas por la Universidad de Oxford y la Universidad Carnegie Mellon, han demostrado que las personas con vínculos sociales sólidos tienen menores tasas de enfermedades crónicas y se recuperan más rápido frente a eventos traumáticos. En este sentido, la amistad se presenta como una forma de medicina preventiva natural, sin efectos secundarios.

La amistad y la longevidad: estudios sociológicos globales
David Escobar Arango, en ‘Los amigos y los años’, retoma las investigaciones de Dan Buettner sobre las ‘zonas azules’, unas regiones del mundo donde las personas viven más de 100 años. En todas ellas, un factor común es la existencia de redes de apoyo afectivo sólidas. En Okinawa (Japón), por ejemplo, los habitantes forman grupos llamados moais, amistades que se comprometen a apoyarse durante toda la vida. Escobar enfatiza que pertenecer a “la tribu correcta” no solo mejora la salud mental, sino que puede ser un factor determinante para la longevidad. En sus palabras: “La calidad y fortaleza de nuestras relaciones será determinante de nuestra longevidad, y por supuesto de cómo la vamos a disfrutar”.

«La soledad es dolorosa»

La soledad es dolorosa pues la vida no es para el aislamiento, sino para compartir, tener comunión y disfrutar del compañerismo. No somos islas, sino eslabones de una larga cadena que permite que tengamos fortaleza. La vida no es para la soledad, sino para la intimidad, la vida no es para que nos despreciemos, sino para que nos acerquemos, la vida no es para maltratarnos e ignorarnos sino para respetarnos y apoyarnos.

La evidencia es clara y multidisciplinaria: la amistad no es un lujo afectivo ni una simple elección emocional. Es, en cambio, un recurso vital con efectos comprobables en la salud física, la estabilidad emocional y la duración de la vida. Su cultivo requiere tiempo, dedicación y consciencia, pero ofrece a cambio beneficios que ninguna otra forma de relación puede igualar.

Comprender, desde edades tempranas, que la amistad es una bendición que debe ser construida y valorada, podría ser una de las claves para enfrentar los retos sociales, psicológicos y sanitarios del presente.

En un mundo marcado por la soledad, la hiperconectividad vacía y el individualismo, volver a los vínculos auténticos es, más que un ideal romántico, una necesidad urgente.

Gerente de Proyectos de Enterritorio SA y exgerente de Aguas de Bolívar SA-ESP; Ingeniero civil, especialista en Análisis y Gestión Ambiental, Gerencia Pública, Consultoría Ambiental y Gerencia de Proyectos de Construcción.

Las opiniones expresadas por el autor de esta columna no reflejan necesariamente las de la institución donde trabaja.

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