EL VAMPIRO DEL GOL
Por Wilberto Peñarredonda
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El Vampi y el Cronista |
Luego de pasar cinco largos meses en la fría Bogotá haciendo infructuosas diligencias para ver si lograba irme a los EEUU en calidad de estudiante, llegué a Magangué a finales de agosto del año 1983
No había pasado dos días en la Princesa del Rio y luego de ponerme al tanto de los últimos acontecimientos acaecidos en mi ciudad natal, con el combo de “Los Babillones del Pretil de Don Marce” -así nos bautizó Enith, la mujer del Negro Hielo-, acordamos ir a ver jugar, ése fin de semana principios de septiembre, a la gloriosa Selección Magangué.
Llegó el domingo y un sol canicular engalanaba el panorama que se vislumbraba a través del parabrisas del bus de Terra, donde encaramitados y apretujados como sardinas en lata, nos transportamos al destartalado estadio Diego de Carvajal. Rocha simulando el sonido de una sirena con su estridente voz, encabezaba la jauría de la que hacían parte Nicanor Beltrán Téllez, José Muñoz Herazo, Jairo Manjarrez QEPD, los hermanos Ricardo y Miguel Ángel Comas Pineda, Luis Eduardo Campo Lara, alias Chapotín, Efrén Méndez Bustamante, Mario Peñarredonda Florez y mi persona.
Después de hacer una larga cola que llegaba hasta las inmediaciones del teatro Salerno y de tener una álgida discusión con el Mono Retamoza, portero del escenario deportivo, por querer colar gratis a Chapotín, ingresamos en fila india a ver el partido
El alborozo era tan ardiente como la temperatura reinante y las graderías del vetusto estadio, en esa época, eran espontáneas enramadas de palma seca. La muchedumbre apilonada, soportaba los apretones en medio de un calor bestial y pululaba en el ambiente un olor a sobaquina impresionante. Pedazos de cartones a manera de abanico y los guarapos vendidos por el Songo Zorongo amainaban un poco el escollo causado por la temperatura.
Aquella tarde jugaba la Selección Magangué contra la Selección Magdalena, departamento que siempre ha sido cantera de grandes futbolistas de la talla de Hermenegildo Segrera, Pibe Valderrama, Didí Valderrama, los hermanos González Palacio, entre otros.
No habían transcurrido 15 minutos del primer tiempo, cuando el arco de "El Imbombo" -eterno arquero de los locales-, era vencido por Pedro "El Andagoya" González, habilidoso delantero de la escuadra bananera. El malestar no se hizo esperar en la fanaticada Magangueleña, que cabizbaja veía culminar el primer tiempo de un partido arduamente disputado.
Comenzó el segundo periodo reglamentario de trasegar similar al inicial. Gritos insultantes, lluvia de guijarros y un estruendoso pick-up que no dejaba de sonar, fueron el preludio para que apareciera, faltando quince minutos para culminar el partido, raudo y con un salto descomunal, previo a un tiro de esquina cobrado por "Mala Ficha”, la testa de Gustavo Alarcón Campo. El propio Vampiro de la calle del Hipódromo. El frentazo del Vampi se incrustó en el ángulo superior derecho de la valla defendida por Roque Pérez, y aunque éste voló como gato tras su presa, no pudo evitar el empate de los Magangueleños
¡Ovación al unísono! El tierrero, al igual que los tarros de aceite para carros que eran utilizados como improvisados vasos de cerveza, fueron lanzados de emoción al cielo por parte de la afición, que al terminar el encuentro salió feliz por ver como uno de sus ídolos, aquel pequeñín de caminar empinado y de culito de avispa al que apodaban el Vampiro, le daba la paridad al marcador