LA PERRADA DE CHITO

El hot dog, como mundialmente es conocido, se elaboraba en diversas partes de Europa antes de que emigrantes europeos, sobre todo alemanes, lo llevaran a los Estados Unidos y lo convirtieran en la comida callejera de gran popularidad en la clase media. En Nueva York apareció en la primera década del siglo XIX, gracias a la contribución de varios carniceros europeos que se dedicaron a imitar la salchicha en América. Según datos históricos, el carnicero alemán Charles Feltman fue el primero en vender perros calientes en unos carritos en las playas de Coney Island, y gracias a su aceptación y popularidad, en 1867 se masificó su comercialización.
Magangué, ciudad cosmopolita de corazón abierto al mundo entero, muchas décadas después acogió la onda de la famosa salchicha embutida en un pan y con el correr del tiempo se masificó su comercialización, sin lograr destronar en popularidad y apetencia a los famosos fritos de la señora Miriam, vendidos en frente al desparecido Salón Siglo XX. 
En un principio, el perro caliente a duras penas se avizoraba en las películas gringas, series de Tv y en fotos de revistas de talla internacional, como Vanidades, Magazín y Selecciones del Readers Digest, las cuales se hojeaban mientras que te hacían el corte Yurrá o Papindó –sin dejar de lado El Arlequín-, en reconocidas peluquerías como la de María Luisa Pava,  Alvaléz y Come Piojo. En mi caso particular, la primera vez que vi un perro caliente, fue en los paquitos de Archie y la Pequeña Lulú, donde Tobi se atragantaba de este popular embutido. 
Reconocidas y prestantes familias de la otrora Princesa del Rio, por sus orígenes europeos, en ocasiones especiales preparaban esta comida. En casa de Don Primo Corsi Orsi y en el marco de un cumpleaños de su nieto Roy Fernández Corsi, al cual asistí, repartieron perro caliente con Coca Cola y helados de Marchena. 
Pero fue mucho tiempo después, si no estoy errado, que apareció el famoso carrito con el paraguas incluido, frente a un bingo de propiedad de Juancho Amín Hernández y que quedaba en la esquina de la calle Santa Lucía, donde funcionaban las oficinas de recaudo de la desaparecida Empobol. 
Para mediados de los ochenta, pleno auge de la Música Pop, vuelve a la palestra el negocio del perro caliente, representado en Amaranto Menco Tapia, el famosísimo  “Chito”. Un díscolo muchacho nativo de esta urbe, quien por sus excentricidades de juventud, entre las que se cuenta haber pertenecido a “Los Intocables”, posar desnudo para una revista y participar, infructuosamente, en el concurso Baila de Rumba de Caracol TV, se había ganado el aprecio de los magangueleños. Chito, qepd, después de su larga estancia en Bogotá, llegó a Magangué a finales de 1983 y puso una venta de perros calientes, en el emblemático y desaparecido Monumento “La Paloma de la Paz”  que quedaba frente su casa, plena avenida Colombia y contigua a la Avenida Carity. 
La novedad del negocio, su popularidad y el ambiente impreso en su cuchitril a través de una grabadora Sony doble parlante que sonaba al compás del álbum Thriller de Michel Jackson y que conectaba de una fraudulenta instalación desde su casa, fueron el gancho perfecto para atraer a su distinguida clientela. Que encabezada por el Joe Gélvez y Marcos Manotas, duraban hasta altas horas de la madrugada, degustando los perros y el bailoteo de Amaranto.  
El fiado y la rigurosidad de las leyes en lo referente al espacio público y horarios,  como también  una que otra queja del vecindario, dieron al traste con el buscapleitos del primogénito de la finada Matilde Tapia.
Solo hasta la década de los noventas y con el avance tecnológico de los Microondas, renace en Magangué el plante de la comida chatarra inventada por Charles Feltman. Esta vez con más fuerza y para quedarse, ya que a los alrededores del parque de Las Américas y el Supermercado Merca Yá, proliferaron los tenderetes de venta de perros, entre los que se destacaron por la sazón y atención, el de Feyo Jiménez, La Perrada de Joseph y el negocio de Afranio. Aunque su infraestructura y organización era inigualable, jamás superaron en ambiente y agite a La Perrada de Chito