LAS ESPINITAS MÁGICAS

Por Wilberto Peñarredonda 

La acupuntura es una técnica curativa usada en la medicina china tradicional. Se usan las agujas muy delgadas para estimular puntos específicos en el cuerpo. Estos puntos quedan en sendas de energía llamadas "meridianos." Se diseñan los tratamientos de acupuntura para mejorar el flujo y equilibrio de energía a lo largo de estos meridianos.
En Magangué la práctica de esta técnica no fue la excepción y a mediados de los 80´s, finales de los 90´s fue instaurada por Takeo Wang Ho. Un destacado galeno de origen oriental, que por razones familiares se estableció en esta urbe.
A ese exótico y extraño consultorio de Takeo, fue a parar Vidal Eduardo. Un amigo de infancia al que su noble y difunta madre, estando éste pequeño, le hacía trenzas como pago a una manda que ella había ofrecido a El Milagroso por haberlo curado de una fuerte gastroenteritis cuando tan solo tenía meses de nacido.
Fornido y de contextura rozagante, de ahí el apodo de Sansón, Vidal se le media a toda clase de trabajo con tal de obtener el sustento familiar. Cotero, albañil, vendedor ambulante y llantero, fueron sus actividades más relevantes antes de entrar a laborar como cobrador en un reconocido almacén de electrodomésticos.  
Trabajando en este almacén le toco la ardua tarea de recuperar un inmenso y pesado enfriador marca Indufrial, de esos que pesan más que un matrimonio a la fuerza y que había sido vendido en Buenavista Sucre, una aledaña población a Magangué.
Animado por la comisión, partió bien temprano a la meca de las almojábanas. Estando en el ventorrillo donde reposaba el pesado artefacto, procedió a confiscarlo por falta de pago.
De regreso decidió  guardarlo en su residencia, puesto que era tarde y el sitio donde laboraba había cerrado. Haciendo alarde de su descomunal contextura adquirida por la buena alimentación que su madre le suministró en su etapa de formación- devoraba en el desayuno cuatro plátanos verdes en tajadas y seis huevos criollos cocidos -, recibió en pleno el peso del articulo confiscado.
Una estaca que le carcomía la nuca fue el resultado de su osadía. Encorvado como garabato gesticulaba de dolor, y su madre en el desespero le ungió la parte afectada con cebo de chivo y arará. La pócima de antaño jamás hizo efecto y recurrieron al prodigioso Veramont. Fallida intentona, la nuca del gran Sansón cada vez se ponía más tiesa que chapa de loca. Entonces alguien mencionó de un chino que curaba con alfileres.  Sin meditarlo y con la ayuda de su esposa, visitaron al afamado oriental.
Desnudo y con una bata que le cubría a medias su robusto cuerpo, el gran Sansón esperaba en la camilla la intervención del galeno. Al cabo de unos minutos apareció, portando una curiosa cajita cuyo contenido era unas diminutas espinitas similares a los alfileres de cabecita usado por las afamadas modistas.
Una de esas espinitas fue insertada hábilmente en la parte inferior de la nariz de Vidal Eduardo a manera de nariguera de cerdo. El dolor fue intenso y por sus mejillas corrían lágrimas,  al tiempo que contraía su ano para no expeler gases, ya que su flatulencia afloraba en momentos de tensión.
Retirada la espina, la estaca que carcomía su nuca desapareció  como por arte de magía. Vidal entre sollozos y muecas  volvió a recuperar la sonrisa de satisfacción que siempre le ha caracterizado, gracias al tratamiento aplicado por  Takeo.